Es la capacidad que tienen las personas para reconocer, entender y manejar sus propias emociones, así como las de las personas a su alrededor, con la finalidad de facilitar las relaciones interpersonales, así como la obtención de metas, el manejo del estrés y la resolución de problemas. Tener inteligencia emocional es estar sintonizado con nuestras propias emociones y el impacto que estas tienen en nosotros y quienes nos rodean, así como el impacto que las emociones de los demás tienen en nosotros y las reacciones (empatía) que demostramos a amigos, familiares y/o colegas cuando estos manifiestan descontento, felicidad, rabia, aburrimiento, tristeza, etc.
La inteligencia emocional se divide en inteligencia intrapersonal, e interpersonal. La primera se refiere a la comprensión de nuestras propias emociones y a la manera en la que reaccionamos a ellas, y cómo tomamos decisiones y regulamos nuestras emociones. La segunda se refiere a cómo comprendemos las emociones de los demás y a cómo actuamos según el estado de ánimo que percibimos en los demás.
Se dice que las personas que han trabajado en sí mismos para adquirir conciencia de su inteligencia emocional saben:
- manejar mejor las experiencias negativas;
- tener mayor capacidad para identificar las emociones y saber con precisión qué es están sintiendo exactamente;
- identificar las emociones de los demás;
- establecer relaciones con base en la compresión de las emociones de los demás;
- mantener buenas relaciones; basados en la compresión integral de los otros;
- influir en los demás; gracias al entendimiento y respeto por las emociones y puntos de vista del otro;
- comunicar sus puntos de vista con claridad; dado que hay entendimiento y respeto por el otro y sus emociones es más fácil comunicar los propios puntos de vista de manera efectiva;
- manejar conflictos; porque la empatía que han desarrollado les permite ser árbitros imparciales y justos;
- trabajar en equipo; conociendo quién es cada elemento del grupo y sus fortalezas y debilidades;
Al entender mejor las emociones, quienes han trabajado en su inteligencia emocional son capaces de relacionarse mejor con los demás, tener más éxito en su trabajo y llevar vidas más satisfactorias. Así pues, es frecuente que tengan también una alta inteligencia social.
Son cuatro los momentos fundamentales para desarrollar la inteligencia emocional. En su modelo se elaboran cuatro factores:
- Percibir las emociones con precisión; quiere decir esto que hay que aprender a leer las emociones no verbales como el lenguaje corporal y/o las expresiones faciales, así como las emociones propias (saber qué se siente en cada momento, el origen del sentimiento y la conclusión de cómo ese sentimiento afecta el comportamiento y el pensamiento).
- Utilizar la lectura de las emociones para reaccionar ante las situaciones; así se le da prioridad a lo que percibimos requiere atención inmediata, y se relega a segundo plano lo que se percibe como menor urgente. Aquí es de suma importancia saber controlar los impulsos, evitar explosiones emocionales, abogar por la calma cuando hay dificultad, y adaptarse a los cambios y fluctuaciones del día a día.
- Comprender las emociones y darles el significado que se merecen; quiere decir que una persona molesta en el trabajo no está molesta, necesariamente, con su trabajo, sino puede tener problemas personales y no sabe como separar su vida privada de su vida laboral.
- Administrar las emociones; quiere decir que hay que saber cómo responder y cuándo responder a nuestras propias emociones y a las de los demás.
La importancia de la inteligencia emocional
Se dice que las personas con más éxito en sus vidas son aquellas con una inteligencia emocional más alta, no necesariamente las que tienen un altísimo coeficiente intelectual. Cuando las emociones no se manejan correctamente, pueden acabar con el esfuerzo laboral de una persona, así como con su vida privada. Quienes han trabajado para desarrollar esta parte de su comprensión del mundo y de sí mismos encuentran que, en general, la inteligencia emocional:
- Ayuda a triunfar en todas aquellas áreas de la vida en las que hay que relacionarse con otros;
- Ayuda a elegir el estado anímico que más se acomoda a cada situación y a desenvolverse armónicamente con lo que cada momento requiere;
- Ayuda a relacionarse con los demás y favorece el mantenimiento de relaciones más satisfactorias;
- Ayuda a mantener una mejor salud (manejo de estrés, ansiedad y depresión);
- Ayuda a mantener un estado anímico más estable, sin tantos altibajos.