Un joven de Wuhan compartió con The Guardian y Time el relato desde sus primeros síntomas hasta la cuarentena mientras el COVID-19 se expandía por China y por el mundo
Tiger Ye, de 21 años, dice que comenzó a mostrar síntomas a mediados de enero, cuando le dolieron los músculos. “Es posible que haya tenido un poco de fiebre, pero no fue lo suficientemente fuerte como para notarlo. Mirando hacia atrás, da un poco de miedo, porque mi casa y la escuela de idiomas donde estudio japonés están dentro de un radio de 5 km del mercado de mariscos de Wuhan” (donde se cree que se originó el virus).
Para tratar su dolor muscular tomó algunas tabletas para el resfriado porque pensó que era un resfriado normal. “Ahora que lo pienso, podría haber perdido el mejor momento para el tratamiento, al no contener el virus con medicamentos antivirales en sus primeras etapas”.
Ye no tiene idea de cómo se contagió, no hizo nada fuera de lo rutinario. Siempre come en el mismo restaurante que está en los bajos de la escuela; por esos días estaba tan frío que tampoco caminaba demasiado. En general, al terminar las clases regresaba a la casa de sus padres, donde pasaría el semestre de estudios.
“Pocos días después comencé a llevar un barbijo, cuando vi que todo el mundo a mi alrededor lo hacía”. En su caso, tal vez evitó contagiar a otros. Pero para su salud resultaba ya una precaución inútil.